Cerrando el ciclo de tres espectáculos para celebrar el XVº aniversario de Titiritrán, Nena se deja ver jugando entre los límites de la memoria y la fantasía, para rendir un homenaje expreso a la infancia, la nena o el nene que todos y cada uno hemos sido, y desde luego también, a ese pilar central que es la madre. Este espectáculo de títeres para niñas y niños no deja de ser una maravillosa historia: la de la Nena que un día fue la mujer, la actriz que nos cuenta su historia, adentrándonos en su habitación, descubriéndonos las aventuras y los seres que la acompañaron entre las maletas y la colcha que cubrían su cama, a media distancia entre el ensueño de la memoria y la realidad.

El espectáculo aúna a la actriz y a la manipuladora, con la misma suavidad con la que se proyecta su personaje carnal en otro, y otro, y otros tantos de varillas, guante o tela. Ella, Maruja Gutiérrez, está espléndida en ambos registros. Sola o multiplicada, dando vida a toda una corte de personajes: el malvado Gran Chacolín, Nena, Osito, la Madre, un regimiento de soldados. Mi enhorabuena a Titiritrán, a sus quince años de compañía y a su precioso saber hacer. Que cumplan muchos y muchos más.